«Requiem aeternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis». Esa luz perpetua es Cristo Resucitado, Luz del mundo, representado en el Cirio pascual, cuya llama se enciende en la Vigilia Pascual y acompaña al pueblo de Dios como la columna de fuego en las noches del largo Éxodo del pueblo israelita, hasta llegar a la tierra prometida, que es el Cielo, nuestra patria y morada eterna.